Por ejemplo, según un informe elaborado por Gad3 para la Fundación Orange y Save the Children, se ha visto que el 93% de los adolescentes encuestados considera que debería cambiar alguno de sus hábitos actuales en el uso de las pantallas. Y tienen claro cuáles: reducir el tiempo de conexión (54%), dedicar más tiempo al deporte (39%) y no dormir cerca de un dispositivo digital (34%).
Así, se evidencia que estos jóvenes están tomando conciencia de la importancia de controlar su uso de internet y de las consecuencias que puede tener.
Por ejemplo, un adolescente puede pasar horas chateando con sus amigos o viendo sus series favoritas en línea. Sin embargo, también es importante que se den cuenta de los riesgos y se tengan en cuenta las recomendaciones.
Algunos padres reconocen errores y admiten que a veces son un mal ejemplo frente a sus hijos. Esto es un aspecto importante que se debe considerar para mejorar la educación en este tema.
Por ejemplo, Andrés Conde, responsable de Save the Children, destaca que los padres pueden mejorar su actuación frente a los chicos, reduciendo su uso de pantallas. Esto es un paso importante para educar a los niños y adolescentes de manera responsable.
Además, se abogan por adoptar límites y hábitos equilibrados que no solo benefician a los adultos sino también a la infancia y la adolescencia.
Según el estudio, casi la mitad de los adolescentes ha recibido mensajes de desconocidos, el 13% ha recibido insultos, acoso o amenazas en el ámbito digital y el 28% de los profesores ha presenciado situaciones de este tipo. Esto demuestra la necesidad de aumentar la concienciación sobre los riesgos.
En este sentido, es importante que se den las herramientas necesarias para protegerse y que se tengan en cuenta las recomendaciones.
Los adolescentes también destacan a sus padres como los principales responsables de su formación digital. Sin embargo, también mencionan el papel de otros agentes, como el personal docente y la Policía Nacional.
Esto muestra la importancia de una educación integral en este tema.
Además, el 60% sabe cómo saltárselas. Esto demuestra que es importante encontrar una forma equilibrada de controlar el uso de internet sin limitar demasiado la privacidad de los jóvenes.
Por ejemplo, se puede establecer horarios en los que los niños y adolescentes no pueden usar el internet o se pueden promover actividades como leer un libro o jugar al ajedrez en lugar de estar siempre frente a la pantalla.
Así, se puede ayudar a los jóvenes a tener un uso más balanceado y saludable de la tecnología.
Este es el método más común y recomendado. Protegemos la mano envolviéndola en un paño o usando un guante resistente. Luego, buscamos la bisagra de la ostra (la unión de las dos conchas) y la colocamos con la parte plana hacia arriba y la bisagra hacia nosotros. Insertamos la punta del cuchillo en la bisagra con cuidado, aplicando presión y moviendo el cuchillo en un movimiento de torsión hasta que escuchemos un “clac”. Una vez rota la bisagra, deslizamos el cuchillo por el borde superior para cortar el músculo que mantiene unidas las dos conchas. Finalmente, limpiamos y servimos la ostra con su jugo natural.
Para garantizar la frescura de la ostra, es importante usar un cuchillo específico para abrir ostras y tener un paño de cocina. Esto nos permitirá abrir las ostras sin dañarlas y disfrutar de su sabor natural.
Este método es ideal para quienes se dan miedo a abrir ostras con un cuchillo. Colocamos las ostras en una vaporera con un poco de agua y ponemos al fuego. Dejamos que se abran en un par de minutos al vapor. De esta manera, las ostras se abren sin necesidad de fuerza ni cuchillos especializados. Sin embargo, es importante recordar que al abrir las ostras de este modo, ya no están vivas como tal, ya que se han cocinado un poco.
La idea es hacer un cambio de temperatura repentino y aprovechar la contracción y expansión de la concha al someterla a cambios bruscos de temperatura. Metemos las ostras en agua caliente durante unos 30 segundos y luego las metemos en agua con hielo. Las ostras se abrirán ligeramente, lo que nos permitirá terminar de abrirlas con un cuchillo.
He de decir que alguna vez que se me han resistido las he abierto a golpes. Colocamos siempre la ostra en un paño y en la bisagra le colocamos un destornillador. Le damos golpes hasta poder meterle el cuchillo y hacer palanca. Aunque este método es antiguo y un poco burro, a veces es lo único que funciona.