En las galletas de mantequilla y limón, utilizamos 250 g de mantequilla, 220 g de azúcar, 5 g de sal, 3 huevos tamaño L a temperatura ambiente y la ralladura de 1 limón. Además, necesitamos 500 g de harina de repostería y 1 huevo para dorar.
Los ingredientes son simples, pero combinados de manera adecuada, resultan en galletas irresistibles. La mantequilla da un sabor rico y cremoso, mientras que el limón aporta un toque cítrico especial.
Primero, colocamos el azúcar y la mantequilla en un recipiente a temperatura ambiente. Luego, batimos con una batidora de varillas hasta obtener una textura cremosa y esponjosa. Agregamos los 3 huevos y la sal y seguimos batiendo un poco más. Rallamos la piel del limón cuidadosamente para evitar la parte banca.
Después, agregamos la harina poco a poco y removermos hasta obtener una masa suave y homogénea. Dividimos la masa en dos partes iguales y envuélvelas en film. Las guardamos en el frigorífico durante 2 horas.
Precalentamos el horno a 180º C y preparamos las bandejas cubriendolas con papel sulfurizado o engrasándolas con mantequilla. Enharinamos la superficie y estiramos cada porción con el rodillo. Debido a que la masa es pegajosa, trabajamos en cantidades pequeñas en una superficie fría. Estiramos las porciones hasta un grosor de unos 8 mm y recortamos las galletas con cortadores navideños.
Batemos el huevo ligeramente y lo usamos para pintar las galletas un poco. Esto les da un toque más estético al dorado. También podemos decorar las galletas con un poco de azúcar perlado, si lo deseamos.
Horneamos las galletas durante 8-10 minutos en la mitad del horno. Retiramos cuando se hayan dorado y las dejamos enfriar durante unos minutos en una rejilla antes de guardarlas o servirlas.
Mezcla los ingredientes solo hasta que estén bien integrados. Un amasado excesivo puede hacer que las galletas pierdan su textura suave y tierna. Enfriar la masa durante al menos 1 hora facilita el trabajo y ayuda a que las galletas mantengan su forma durante el horneado. Usa cortadores de galletas del mismo tamaño y grosor para que se horneen de forma pareja.
Hemos trabajado 2 horas y 28 minutos para que puedas disfrutar de esta receta. Esto incluye 38 minutos de cocción, 30 minutos para hacer y editar las fotos, 45 minutos para redactar y 35 minutos para organizar y publicar todo en la web y en redes sociales. Además, hemos dedicado tiempo a investigar cómo hacer la mejor receta, comprar los ingredientes y responder a las dudas.
“Yo sabía de redes sociales porque antes tenía un negocio de ropa online, pero tras cerrarlo, me di cuenta de que realmente me gustaba comunicar”, comenta Paula. Esta experiencia la llevó a crear una propuesta única en las redes: recetas sencillas y accesibles sin gluten, dirigidas a una amplia audiencia.
Según ella, su éxito se debe a que demuestra que cualquiera puede hacer una menestra de verduras o un guiso de garbanzos en 15 minutos sin dificultad. “La gente ve mis videos y piensa: ‘Es fácil, yo también puedo hacerlo en casa’”, explica.
Paula afirma que la freidora de aire es perfecta para quienes buscan opciones rápidas y con menos aceite. Sus recetas en la freidora de aire son fáciles, deliciosas y saludables, lo que las hace muy atractivas para los seguidores.
Para quienes se inician en la cocina sin gluten, Paula recomienda tener siempre papel de arroz, aceite de oliva virgen extra y pan sin gluten congelado. Estos ingredientes son esenciales para crear platos deliciosos sin complicaciones.
En su cesta de la compra nunca faltan huevos, tomate y pan, ingredientes que forman la base de sus desayunos y platos favoritos. Y destaca que “El mejor consejo que puedo dar es apostar por buenos ingredientes, aunque sean más caros. Un tomate de calidad o un buen aceite de oliva marcan la diferencia y te permiten comer bien sin perder el sabor.”
Según los datos, el 80% de los niños y adolescentes con ansiedad no reciben tratamiento especializado. Esto se debe, en parte, a que sigue siendo un tema tabú, a pesar del aumento de los afectados. La infancia vive en un mundo marcado por la presión y las expectativas sociales, lo que se refleja en su vida cotidiana.
Las estadísticas demuestran que hay más consultas y diagnósticos de enfermedades mentales en la población infantil y adolescente. Incluso, se están registrando más hospitalizaciones, lo que pone de manifiesto la gravedad del problema.
La infancia vive en el mismo mundo que los adultos y sus presiones se filtran a su realidad cotidiana. Los niños están siendo demandados para ser "niños perfectos", llenando sus agendas con actividades y estudios. No tienen tiempo suficiente para socializar y aprender a manejar las frustraciones.
La presión por tener éxito y estar preparados comienza desde la infancia. Los niños son demandados para hablar idiomas, hacer deportes y acumular conocimientos valiosos para su futuro. Esto les impide desarrollar una visión crítica y manejar las frustraciones de manera adecuada.
Las actividades infantiles no deben ser solo una forma de competir, sino de divertirse y socializar. Sin embargo, actualmente, se tiende a enfocar demasiado en la excelencia y el rendimiento, lo que crea frustraciones en los niños.
Se olvida que las actividades infantiles deben servir para que los niños se vuelvan más sociables y se desarrollen de manera saludable. Deben estar con otros niños de su edad y aprender a aceptarse a sí mismos, incluso con sus puntos débiles.
El entretenimiento actual se produce principalmente vía pantallas, lo que impacta en la capacidad de socialización de los niños. Además, la maternidad y la paternidad se han professionalizado, lo que puede llevar a una sobreprotección excesiva en los padres y madres.
Los padres y madres millennials tratan de resolver todo para sus hijos, lo que les impide desarrollar la capacidad de gestionar problemas solos. Esto puede crear frustraciones a medida que los niños crecen y se enfrentan a situaciones más complejas.