En la mañana del lunes 27 de enero, el príncipe Alberto II y la princesa Charlene de Mónaco asistieron a una ceremonia religiosa en honor a Santa Devota, patrona del Principado. Esta celebración en la catedral de Nuestra Señora Inmaculada fue testigo de un cambio significativo en el estilo de la princesa monegasca. Conocida por ser la royal que más invierte en moda entre las mujeres de la realeza europea, Charlene ha optado recientemente por un look clásico y vintage, inspirado en la elegancia de los años 50. Además, durante la víspera de la festividad, se llevó a cabo la tradicional quema de una barca, rito instaurado por el príncipe Luis II para honrar a la patrona.
Charlene de Mónaco ha decidido regresar a sus orígenes estilísticos con un nuevo enfoque en trajes sofisticados y cortes clásicos. Durante la ceremonia de Santa Devota, la princesa deslumbró con un abrigo bicolor que combinaba negro y blanco, resaltando su figura con solapas contrastantes y botones metálicos. Este cambio refleja un retorno a las tonalidades claras y al corte clásico que marcaban su guardarropa inicialmente, pero ahora con un toque contemporáneo y elegante.
Desde que comenzó su relación con el principado, Charlene ha experimentado varias transformaciones en su estilo. En sus inicios, predominaban los colores neutros y los diseños sobrios. Sin embargo, rápidamente adoptó un estilo más audaz con tonos oscuros y metalizados. Ahora, tres años después de su reintegración a la agenda oficial, Charlene ha vuelto a sus raíces, optando por prendas que evocan la moda de los años 50. Su outfit en la ceremonia incluía guantes de piel negra, zapatos de tacón fino y pendientes de diamantes talla esmeralda, complementando perfectamente su atuendo. El peinado, con ondas laterales y flequillo, remataba un look que no pasó desapercibido en las alfombras rojas internacionales.
La noche anterior a la ceremonia religiosa, Charlene participó en la tradicional quema de una barca, ritual que simboliza el castigo a un pescador que intentó robar las reliquias de Santa Devota. Para esta ocasión, la princesa eligió un abrigo cruzado de Alexander McQueen, firma que también es favorita de Kate Middleton. Este diseño, realizado en lana de color Night Shade, destacaba por su corte entallado y hombreras estructuradas, creando un equilibrio entre lo clásico y lo moderno.
El evento nocturno contó con la presencia de los hijos de la pareja real, Jacques y Gabriella, quienes acaban de cumplir 10 años. Charlene complementó su outfit con un jersey negro de cuello alto y pendientes personalizados por Maison Tabbah. Estos accesorios, bautizados como B-Glam, incorporaban diamantes y perlas, añadiendo un toque de lujo a su vestimenta. La elección de prendas y accesorios para ambas actividades refleja no solo el compromiso de Charlene con las tradiciones del principado, sino también su habilidad para fusionar la herencia histórica con tendencias actuales en moda. Este doble homenaje a la cultura monegasca y a su propio estilo personal ha sido aplaudido tanto por expertos en moda como por los ciudadanos del principado.
El arte de la decoración puede convertir un espacio reducido en un oasis de confort y amplitud. A través del uso estratégico de colores, es posible crear ilusiones ópticas que expandan visualmente una habitación o la hagan más acogedora. Este artículo explora cómo tonalidades diversas, desde suaves hasta oscuras, pueden ser empleadas eficazmente para optimizar pequeños espacios, brindando consejos prácticos sobre combinaciones y aplicaciones.
Colores claros y neutros son aliados perfectos para generar sensación de amplitud en áreas compactas. Estos tonos no solo reflejan luz sino que también crean una atmósfera relajante ideal para dormitorios. Entre ellos destacan verdes suaves, rosas pastel y hueso cálido, que aportan dulzura sin recargar el ambiente.
Los tonos suaves como el verde frío ofrecen profundidad sin opacar la luminosidad, generando un entorno tranquilo. El hueso, versión más cálida del blanco, maximiza la percepción de espacio al reducir contrastes visuales. Por otro lado, los rosas palo crean un equilibrio entre expansión y calidez, siendo especialmente efectivos cuando se utilizan en paredes, techos y rodapiés uniformemente.
Aunque tradicionalmente se evitan en espacios pequeños, los colores oscuros pueden agregar personalidad y sofisticación si se usan con inteligencia. Azules profundos, grises plateados y verdes intensos son opciones que aportan riqueza visual sin hacer que la estancia parezca claustrofóbica.
Un azul oscuro aplicado en una sola pared puede dar profundidad y dramatismo, mientras que el gris brillante ofrece elegancia y versatilidad. Los verdes intensos, por su parte, crean un contraste interesante entre expansión y intimidad, especialmente cuando se combinan con neutros claros. Estos colores, lejos de achicar, pueden hacer que un espacio pequeño luzca más grande y lleno de carácter, siempre que se acompañen de buena iluminación y elementos decorativos adecuados.