In a significant development, the United States Federal Trade Commission (FTC) has imposed restrictions on General Motors (GM), prohibiting the sale of sensitive driver data. The regulatory body claims that GM and its OnStar service were collecting and selling detailed geolocation and driving behavior information without proper authorization. This ban will remain in effect for five years. The FTC's action aims to protect consumer privacy and curb unauthorized surveillance practices. GM has already made adjustments to its data policies, including discontinuing certain programs and simplifying its privacy guidelines.
In a landmark decision, the U.S. Federal Trade Commission has taken decisive action against General Motors, headquartered in Detroit, by banning the automaker from selling sensitive driver data for the next five years. According to FTC Chair Lina M. Khan, GM was collecting and selling precise geolocation data and driving behavior information at frequent intervals, sometimes as often as every three seconds. This practice occurred without obtaining explicit consent from consumers, raising serious privacy concerns.
The automaker has responded to these allegations by making several policy changes. In April 2024, GM discontinued its Smart Driver program and unenrolled all customers following a report by The New York Times that revealed GM was sharing personal driving information with insurance companies. Additionally, GM severed ties with LexisNexis and Verisk last year and consolidated its privacy policies into a single, more transparent document in September.
The FTC's order mandates that GM must now obtain clear customer consent before collecting, using, or disclosing specific types of connected vehicle data. Consumers will also have the option to disable the collection of their vehicle's precise location and access tools to manage and delete their data. These measures align with GM's ongoing efforts to enhance privacy protections across all 50 states.
This case reflects growing scrutiny from both state and federal regulators over automakers' data collection practices. Texas Attorney General Ken Paxton has also sued GM, accusing the company of misleading consumers into sharing their data. Similar legal actions have been taken against other entities like Allstate Insurance for comparable conduct.
From a journalist's perspective, this ruling underscores the importance of safeguarding consumer privacy in an era where technology and data collection are increasingly intertwined. It highlights the need for transparency and accountability in how companies handle personal information. For readers, it serves as a reminder to be vigilant about the data they share and to understand the policies governing its use.
Los nombres de Feliza, la más reciente obra del escritor colombiano Juan Gabriel Vázquez, presenta una narración íntima y reflexiva sobre la vida de Feliza Bursztyn. A través de su prosa detallada, Vázquez explora la compleja relación entre la artista y su país natal, Colombia. La novela se centra en los desafíos personales y políticos que enfrentó Feliza, desde su juventud en Bogotá hasta su exilio forzoso. El autor utiliza el arte y la historia para ofrecer una perspectiva única sobre las tensiones sociales y políticas de la época, mientras retrata a una mujer marcada por la rebeldía y la tristeza.
La vida de Feliza Bursztyn es un mosaico de contrastes. Hija de inmigrantes judíos polacos que llegaron a Colombia por circunstancias fortuitas, Feliza creció en un entorno burgués pero experimentó dificultades económicas durante gran parte de su vida. Su adolescencia estuvo marcada por eventos históricos significativos, como el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán y el inicio de "La Violencia". Para protegerla de este clima turbulento, sus padres la enviaron a Estados Unidos, donde comenzó su formación artística y conoció al mundo del expresionismo abstracto. Sin embargo, su corazón siempre estuvo en Colombia, lo que la llevó a regresar, casarse, y eventualmente divorciarse debido a su afición por la vida bohemia.
La relación de Feliza con su comunidad fue complicada. Después de involucrarse sentimentalmente con un hombre casado no judío, provocó un escándalo que resultó en su marginación social. Sus padres, para expiar su pecado, organizaron un funeral simbólico, declarando su muerte. Este acto dejó profundas cicatrices emocionales en Feliza, quien se vio obligada a luchar contra la exclusión y la soledad. En Francia, encontró refugio junto a su amante goyim, pero también experimentó tragedias personales y profesionales. A pesar de las dificultades, eligió la chatarra como material de trabajo, una decisión ética que reflejaba tanto su rebeldía como su conexión con la realidad colombiana.
El contexto histórico en el que se desarrolla la vida de Feliza es crucial para entender su destino. Mientras Colombia transitaba de un período de paz relativa a uno de violencia y conflicto, la generación de artistas a la que pertenecía Feliza jugó un papel importante en la transformación cultural del país. Entre ellos destacaba Gabriel García Márquez, quien en 1982, en París, compartió una velada memorable con Feliza y otros amigos. Ese año, aunque aún no había recibido el Nobel, García Márquez ya era reconocido como una figura literaria de renombre mundial. Para Feliza, sin embargo, ese mismo año significó el exilio, la soledad y, finalmente, la muerte. Su partida, descrita por muchos como una muerte de tristeza, resalta la fragilidad humana y la influencia de las circunstancias políticas en la vida personal.
La narración de Vázquez no solo retrata la vida de una artista singular, sino que también ofrece una visión profunda sobre la identidad colombiana y las fuerzas que la moldean. A través de Los nombres de Feliza, el autor invita al lector a reflexionar sobre la relación entre el individuo y su contexto histórico, así como sobre la capacidad del arte para capturar y transmitir experiencias humanas complejas.