En el corazón de la historia argentina, se entrelazan las vidas de figuras emblemáticas como José de San Martín y su única hija, Mercedes Tomasa. Este relato nos transporta a través de los años, desde los albores de la independencia hasta los días finales del gran libertador en una tranquila ciudad francesa. A través de este recorrido, descubrimos cómo Mercedes vivió entre dos mundos: el de su natal Mendoza y el de Europa, donde forjó su destino junto a su familia adoptiva.
En la serena ciudad costera de Boulogne-sur-Mer, Francia, durante un caluroso sábado de agosto de 1850, el General San Martín vivía sus últimos momentos. Desde su modesto hogar en la Gran Rue, el anciano militar de 72 años pidió que lo dejaran solo en su cuarto. Con gesto paternal, indicó que su hija Mercedes no debía presenciar su partida. Esta decisión refleja la profunda conexión entre padre e hija, quienes compartieron innumerables desafíos a lo largo de sus vidas.
Nacida en Mendoza en 1816, Mercedes fue testigo de los turbulentos años de la lucha por la independencia. Su madre, Remedios de Escalada, falleció cuando ella apenas tenía siete años. Luego de la trágica pérdida, San Martín decidió llevar a su pequeña a Europa, buscando un futuro mejor lejos de la inestabilidad política de América del Sur. Allí, bajo la tutela de educadores europeos, Mercedes creció entre París y Bélgica, formándose en un ambiente distinto al de su tierra natal.
A medida que crecía, Mercedes encontró en Mariano Balcarce, hijo de un héroe de la independencia, a su compañero de vida. Se casaron en 1832, marcando el inicio de una nueva etapa familiar. Juntos tuvieron dos hijas: María Mercedes y Josefa Dominga. Estas niñas crecieron entre Europa y Argentina, herederas de un legado que trascendía fronteras.
La última residencia de San Martín en Boulogne-sur-Mer simboliza el cierre de un ciclo. En ese lugar, rodeado de recuerdos y afectos, el general enfrentó su final con dignidad. Cuatro años después de su muerte, su yerno adquirió una mansión histórica en Brunoy, donde la familia continuó su legado. La vida de Mercedes, quien falleció en 1875, estuvo marcada por la devoción a su padre y la búsqueda de equilibrio entre dos culturas.
Desde Brunoy, Josefa Dominga, la nieta preferida de San Martín, dejó su huella en la historia francesa. Durante la Primera Guerra Mundial, transformó la mansión familiar en un hospital para soldados, ganándose la condecoración de la Legión de Honor. Su labor humanitaria y su dedicación a la memoria del Libertador perduran hasta hoy.
Este viaje entre dos continentes revela la profundidad de una relación padre-hija, forjada en medio de la historia y la adversidad. Mercedes Tomasa, aquella niña llevada por su padre a Europa, se convirtió en una figura clave para preservar el legado del General San Martín, un legado que sigue vivo en el corazón de ambos países.
Como periodista, esta historia me hace reflexionar sobre la importancia de las conexiones familiares en tiempos de cambio. La vida de Mercedes es un testimonio de resiliencia y amor filial, demostrando que, incluso en los momentos más difíciles, el vínculo entre padres e hijos puede superar las barreras del tiempo y la distancia. Su historia nos invita a valorar las raíces y a honrar el pasado, mientras construimos nuestro propio camino hacia el futuro.
En respuesta a las necesidades de los padres trabajadores, el Sistema DIF Jalisco ha renovado y expandido sus instalaciones para ofrecer un ambiente seguro y educativo a los niños pequeños. Estos centros cuentan con servicios integrales que incluyen atención médica, nutricional y psicológica, además de proyectos innovadores como salas virtuales y programas de habilidades sociales. La atención se extiende desde madres solteras hasta familias en situación vulnerable, brindando horarios flexibles y cobertura 24/7 para ciertos sectores esenciales.
Los Centros Asistenciales de Desarrollo Infantil (CADI) de DIF Jalisco proporcionan un amplio espectro de servicios para apoyar tanto a los niños como a sus familias. Además de los cuidados básicos, estos centros ofrecen actividades que promueven el desarrollo integral de los pequeños. Los proyectos especiales como las salas virtuales y Blindy son claves para preparar a los niños para enfrentar desafíos modernos y fomentar su autoestima.
El director Martín Díaz de León destacó que cada CADI cuenta con personal capacitado en diversas áreas, incluyendo trabajo social, psicología y asistencia médica. Además, implementan programas específicos como las salas virtuales, que introducen a los niños al mundo digital de manera segura y controlada. El proyecto Blindy, por otro lado, se centra en enseñar habilidades vitales para la resolución de conflictos y el trabajo colaborativo entre iguales. Estos proyectos buscan fortalecer la confianza y autonomía de los niños desde temprana edad.
Para garantizar la accesibilidad y seguridad de los niños, los CADI cumplen con todas las normativas vigentes y cuentan con medidas de protección civil. Además, ofrecen horarios flexibles para adaptarse a las necesidades de diferentes grupos laborales. Las instalaciones están equipadas con sistemas de prevención y emergencia, asegurando un entorno seguro para los pequeños durante todo el día.
Los centros operan de lunes a viernes de 7 a 17 horas, excepto el CADI #2, que ofrece atención continua las 24 horas del día, especialmente diseñada para madres trabajadoras en sectores críticos como salud, seguridad y transporte público. Para facilitar el acceso, hay cinco ubicaciones distribuidas estratégicamente en Guadalajara y sus alrededores, cada una equipada con personal altamente capacitado y recursos adecuados para atender a los niños de seis meses a cinco años once meses. Este servicio no solo apoya a los padres trabajadores sino que también promueve el desarrollo integral de los niños en un ambiente seguro y estimulante.