En el corazón de Quito, el parque El Ejido ha sido testigo silencioso del paso del tiempo y las transformaciones de una ciudad. Este espacio verde, que alguna vez fue un escenario de juegos infantiles y rituales familiares, ahora se presenta como un crisol cultural donde convergen artesanos, pintores y comerciantes. Desde sus inicios hasta la actualidad, el parque ha presenciado cambios significativos en su entorno y en las vidas de quienes lo frecuentan. La evolución del lugar refleja la propia historia de Quito, marcada por tradiciones que persisten junto a nuevas formas de expresión artística y comercial.
En los años sesenta, en pleno centro-norte de Quito, el parque El Ejido era un oasis para los niños nacidos en esa época. En aquel entonces, el paisaje urbano era más austero, pero el parque ofrecía momentos únicos e irrepetibles. Los pequeños aprendían a montar bicicletas locales mientras disfrutaban de meriendas caseras. Con el tiempo, este espacio se convirtió en un emporio de actividades recreativas y culturales. Hoy, Jhon Udeo continúa la tradición familiar con su flota de bicicletas y carritos de distintos tamaños, adaptándose a las necesidades modernas sin perder el encanto de antaño.
No lejos de allí, los ancianos jugaban partidas de cocos, un juego tradicional que requería habilidad y estrategia. Las risas y discusiones llenaban el aire mientras los jugadores competían por la victoria. También destacaba María Vilatuña, una artesana dedicada a la creación de piezas únicas que combinan técnica ancestral con diseño contemporáneo. A pesar de los desafíos económicos, ella sigue perseverando, manteniendo viva la tradición artesanal.
A finales de los noventa, el parque se transformó en un epicentro artístico. Pintores y escultores comenzaron a establecerse en la zona, atraídos por su atmósfera creativa. Mónica Trujillo y su esposo Guido Reboyo son parte de esta comunidad, dedicados tanto a la creación como a la difusión del arte local. Washington Jaramillo, un escultor innovador, utiliza materiales reciclados para dar vida a obras que despiertan admiración. Aunque la pandemia afectó sus ingresos, estos artistas siguen comprometidos con su pasión y el legado del parque.
El Ejido también es un mercado abierto donde se pueden encontrar productos variados, desde textiles otavaleños hasta tecnología digital. Entre los puestos, destaca Carlitos Michelena, un personaje icónico que entretiene a todos con su humor y talento. El parque mantiene ese toque nostálgico que lo hace único, recordando tiempos pasados con un guiño al presente.
Desde el punto de vista de un visitante, el parque El Ejido es mucho más que un espacio verde. Es un lienzo vivo que retrata la evolución de una ciudad y su gente. Cada rincón cuenta una historia diferente, cada rostro es un testimonio del tiempo transcurrido. Este lugar nos invita a reflexionar sobre cómo las tradiciones y el arte pueden coexistir en armonía, creando un patrimonio que trasciende generaciones.
Un estudio reciente ha revelado que las dinámicas familiares pueden verse influenciadas por el trato preferencial que algunos padres otorgan a ciertos hijos. Este análisis, liderado por un experto de la Universidad Brigham Young, examinó los factores que influyen en este fenómeno y cómo afecta a los miembros de la familia. Los hallazgos sugieren que las hijas, los hermanos mayores y aquellos con personalidades concienzudas o amables son más propensos a recibir atención especial. Aunque este favoritismo puede no ser percibido por todos los involucrados, tiene un impacto significativo en el desarrollo y bienestar de los niños.
La investigación, publicada en una prestigiosa revista científica, exploró datos de casi 20.000 participantes de diferentes países para comprender mejor los patrones de favoritismo parental. Entre los descubrimientos más notables se encuentra que las niñas tienden a recibir mayor atención favorable de parte de sus progenitores, aunque muchas veces no sean conscientes de esta preferencia. Por otro lado, los hermanos mayores gozan de mayor autonomía debido a la confianza depositada en ellos por sus padres, quienes consideran que son más maduros y responsables.
Otro aspecto destacado es que los niños con personalidades concienzudas o amables también reciben un trato más positivo, ya que estos rasgos generan menos conflictos con los padres. Sin embargo, no todas las características tienen el mismo efecto; por ejemplo, la extroversión no parece influir significativamente en el favoritismo parental. Estos hallazgos resaltan cómo factores como el género y el temperamento juegan un papel crucial en la relación entre padres e hijos.
El favoritismo no solo puede generar rivalidades entre hermanos, sino que también puede tener consecuencias duraderas en el bienestar emocional y académico de los niños menos favorecidos. Los estudios indican que estos jóvenes son más propensos a experimentar problemas de salud mental y bajo rendimiento escolar en su vida adulta. Reconocer estos patrones de favoritismo es fundamental para prevenir posibles daños a largo plazo.
Los investigadores enfatizan la importancia de fomentar relaciones equitativas dentro del hogar y tratar a cada hijo según sus necesidades individuales. El experto Jensen recomendó a los padres observar cómo sus hijos reaccionan a situaciones que podrían percibirse como injustas y dedicar tiempo juntos realizando actividades que disfruten en común. Estas acciones pueden contribuir significativamente a fortalecer las relaciones familiares y promover un entorno saludable y equilibrado para todos los miembros de la familia.